Situada sobre el espacio público del Almacén pero oculta a la vista, la sala intervenida es el laboratorio en el que guardamos nuestras colecciones y objetos más preciados. Un gabinete de curiosidades contemporáneo expuesto en una estructura centenaria de estantes de hierro forjado.
Elvira reinterpretó esta cuadrícula en un mural ritmado por arquitecturas y elementos naturales, difuminando las fronteras entre lo interior y lo exterior. La escena principal, con Eolo soplando sus vientos dentro del Almacén, despliega una nueva mitología: doméstica y solemne al mismo tiempo. Figuras rotundas, paisajes que se superponen y transforman la percepción de la sala.
El mural se expande a otros espacios de la sala. Elvira abre nuevas perspectivas, nuevos significados con un programa iconográfico propio para cada lienzo de pared vacío. Así aparecen una colección de diferentes rocas y minerales, un hércules entre columnas o un delicado tríptico sobre Firmitas, Utilitas y Venustas, las tres cualidades de la Arquitectura según Vitruvio.